El legado tóxico del plomo: crimen, contaminación y memoria ambiental
Un rastro invisible entre la industria y la violencia
Por: El Bendito
Durante gran parte del siglo XX, la economía industrial estadounidense prosperó a la sombra de fundiciones, minas y motores. En ciudades como Tacoma (Washington), El Paso (Texas) o Kellogg (Idaho), el aire y el suelo fueron impregnados de plomo, arsénico y otros metales pesados como consecuencia directa de operaciones metalúrgicas y del uso masivo de gasolina con plomo.
Lo que por décadas fue considerado un subproducto inevitable del progreso, se revela hoy como un posible catalizador de uno de los fenómenos sociales más perturbadores del siglo XX: el auge de la violencia urbana y el incremento de los asesinos en serie.
La escritora Caroline Fraser, autora de Murderland, expuso en el podcast The Joe Rogan Experience una conexión sugerente: que la exposición infantil al plomo pudo haber condicionado patrones de agresividad, impulsividad y deterioro cognitivo en regiones particularmente afectadas por esta contaminación. Su investigación, nutrida de datos ambientales, estudios neurocientíficos y casos criminales emblemáticos, propone una lectura ambiental del crimen.
Fundiciones y combustibles: anatomía de una exposición masiva
Desde finales del siglo XIX, empresas como Asarco (American Smelting and Refining Company), controlada por la familia Guggenheim, operaron fundiciones en Tacoma y El Paso que vertieron toneladas de residuos tóxicos en el aire. A esto se sumó, a partir de los años 1920, la invención del tetraetilo de plomo como aditivo para la gasolina, un producto defendido por corporaciones como Standard Oil y DuPont pese a advertencias médicas tempranas.
La combinación de fundiciones y combustibles plomados generó una exposición ambiental sin precedentes, cuyos efectos fueron particularmente severos en zonas residenciales cercanas a estos focos. En Kellogg, Idaho, tras un incendio en 1973 que inutilizó los filtros de la fundición de Bunker Hill, los niveles de plomo en sangre en niños superaron los 50 microgramos por decilitro. Para comparación, el límite actual de preocupación del CDC es de 3.5.
Del córtex frontal al crimen: trazando la línea neurológica
El plomo actúa como neurotoxina, interfiriendo especialmente en el desarrollo del córtex prefrontal, la región del cerebro encargada del juicio, el control de impulsos y la toma de decisiones. Estudios citados por Fraser muestran que este daño es más agudo en hombres, en quienes el desarrollo cortical es más tardío.
La evidencia epidemiológica se acumula. El economista Rick Nevin ha demostrado correlaciones casi especulares entre los niveles de plomo atmosférico (derivados de la gasolina) y las tasas de crímenes violentos en Estados Unidos, con un rezago temporal que coincide con la infancia de las cohortes más expuestas. A medida que se eliminó el plomo de la gasolina en los años 80, las tasas de criminalidad comenzaron a descender.
Tacoma y el noroeste: geografía de una hipótesis inquietante
Fraser se enfoca en casos concretos. Ted Bundy y Gary Ridgway (el "asesino de Green River"), ambos crecieron en Tacoma durante el apogeo de la fundición de Asarco. El entorno de su infancia estuvo marcado por la presencia constante de metales pesados. En el caso de Bundy, la autora documenta la concentración de plomo en el suelo de su antiguo hogar. Richard Ramirez, conocido como el "Night Stalker", pasó su infancia en El Paso, también cerca de una fundición de Asarco.
Si bien Fraser no afirma una causalidad directa, destaca que la superposición de condiciones socioeconómicas, trauma infantil y contaminación ambiental conforma un terreno fértil para la patología social. La violencia se convierte así en un síntoma acumulativo, más que en una desviación excepcional.
Negación y rentabilidad: el otro rostro de la modernidad industrial
Uno de los ejes centrales del relato es la persistente negación de la toxicidad del plomo por parte de actores corporativos. Documentos internos y testimonios indican que médicos contratados por fundiciones falsificaron informes para minimizar riesgos, mientras se argumentaba que el arsénico "era naturalmente excretado por el cuerpo humano". En la narrativa de Fraser, esta negación no es mera ignorancia, sino una estrategia sistemática de protección de beneficios.
El caso de Asarco, que operó durante años tras el daño en los filtros de su planta de Kellogg, resume esta lógica. Según la autora, los ejecutivos calcularon que pagar futuras compensaciones sería más rentable que cesar operaciones. Esta lógica, más contable que humanista, sugiere una forma estructural de amoralidad corporativa.
Contaminación persistente y remediación insuficiente
Pese a los avances regulatorios desde los años 80, la herencia del plomo persiste. El programa Superfund de la EPA ha permitido la limpieza parcial de sitios como Lake Coeur d'Alene o los patios residenciales de Tacoma, pero muchos de estos espacios continúan contaminados a niveles peligrosos.
La autora advierte además sobre nuevas amenazas: los microplásticos, los PFAS ("químicos para siempre") y otros contaminantes emergentes que reproducen el mismo patrón de desinformación, rentabilidad y riesgo sistémico. Fraser sostiene que sin una intervención estatal robusta, el ciclo de exposición y daño podría perpetuarse en nuevas formas.
Una historia para no olvidar: el crimen como legado ambiental
Murderland no es una tesis sobre asesinos en serie, sino una meditación extendida sobre las huellas materiales de la modernidad industrial. En la convergencia de fundiciones, gasolina plomada y geografías marcadas por la pobreza y la violencia, se dibuja un mapa alternativo del crimen: uno en el que la agresión no es solo un acto individual, sino la erupción final de una cadena de decisiones técnicas, políticas y corporativas.
Así, el plomo se transforma de simple elemento químico en metáfora estructural. Como una sombra que atraviesa generaciones, su legado interpela no sólo a la historia de la salud ambiental, sino a la manera en que las sociedades valoran la vida humana frente al progreso económico.
Cronología del legado tóxico del plomo y su vínculo con la violencia
1880s–1890s
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Se establecen las fundiciones de Asarco en Tacoma (Washington) y El Paso (Texas), liberando plomo, arsénico y otros metales pesados.
1920s
Thomas Midgley inventa el tetraetilo de plomo como aditivo para gasolina, a pesar de advertencias médicas.
Inicia la exposición masiva al plomo en entornos urbanos.1930s
La Gran Depresión reduce temporalmente el uso de automóviles y, por tanto, la exposición al plomo.1940s
La Segunda Guerra Mundial incrementa la producción de metales pesados para la industria bélica.
Uso intensivo de arsénico como pesticida en cultivos agrícolas.1950s
Auge del uso de gasolina con plomo por el aumento de la propiedad automotriz.
Niños nacidos en esta década muestran signos tempranos de daño cognitivo por plomo en los años 70.1952: Gran niebla tóxica de Londres causada por quema de carbón.
1961
Desaparición de Ann Marie Burr en Tacoma. Ted Bundy, con 14 años, es sospechoso.1970s
Incendio en fundición de Bunker Hill (Idaho) en 1973: exposición extrema de plomo en niños.
1974: Actividad simultánea de varios asesinos en serie en Seattle. Bundy comienza su ola de crímenes.Estudios científicos empiezan a conectar plomo con delincuencia y agresión.
Conciencia creciente sobre contaminación doméstica (pintura, suelo).
1980s
Cierre progresivo de fundiciones tras regulaciones ambientales.
1986: Cierre de Asarco en Tacoma.Disminuye el crimen violento tras la eliminación gradual del plomo en gasolina.
Se intensifica el debate público sobre salud ambiental.
1990s
Implosión de la chimenea de la planta de Asarco en Tacoma.
Inician programas de remediación de suelo por parte de la EPA.Caso de George Waterfield Russell en Seattle.
2000s–2010s
Fraser inicia su investigación tras vivir un homicidio cerca de su casa en Santa Fe.
Descubrimiento de arsénico en suelos residenciales (Vashon Island, Brooklyn).Mayor atención al legado de la contaminación por plomo.
2020s–Presente
CDC reduce el umbral de preocupación por plomo en sangre.
Persistencia de la contaminación en sitios históricos.Nuevas preocupaciones: PFAS, microplásticos, flúor.
Caroline Fraser publica Murderland, conectando crimen, ambiente y salud pública.
Referencias
Fraser, C. (2025). Entrevista en The Joe Rogan Experience #2360. Recuperado de https://youtu.be/X-MwP-HotfE?si=GmhQ6OA48Dddvvlt